El buque sin el remolcador queda al garete. Los volantines siempre se encumbraron con mano experta; hábiles esquivaron las provocaciones de los jotes con hilo curado.
El enorme navío tiró el ancla dirigido por un práctico.
El tesista necesitó del linotipista, éste del corrector de pruebas.
En la soberbia del Titanic se evidencian los errores del mando.
En la burbuja del poder, se destruye el sentido común y muere la representatividad.
En el reposo del tiempo, el duelo se diluye y viene de nuevo la resistencia.
Elegir exige tino y el tráfago vivido impidió verificar las cualidades reales de ésos en quienes depositamos un cometido, un mandato.
Cansa observar la actitud acomodaticia de los políticos, que hacen sus arreglos para seguir siendo élites, recogiendo las propinas de los que poseen todo y lo cuidan a todo trance.
Cansa haber caminado 7 décadas con la expectativa de lograr los cambios.
Pero, nos estamos apagando como generación y la de recambio no ha dado el ancho. Así se van desplazando y empalidecen las utopías. Pero, ojalá, que se toque fondo y el pueblo aprenda, que recuperemos el paso y el grito, que nos juguemos, de verdad por un país más decente.
El dolor aprieta el pecho
Es el desaliento frente al ignorante
Es el agobio ante la desesperanza
Es una lágrima que me llega desde mi viejo en su infarto sin despedidas
Es el hastío
Es la epopeya mutilada
Es el abrazo de la traición
Es la carencia de tiempo
Es el sueño arrugado y sobreviviente
Es un tejido a telar que se vuelve a empezar
Es la música prohibida en silbidos de mazmorras.
Es el cuero duro de la Resistencia.