Monday, December 31, 2012

Jirones de Infancia


Mi papi compró un corte de casimir Bellavista Tomé color café oscuro en el Bar “Donde Nunca se supo” . Seguramente, hizo un trueque ciudadano, recibiendo la pieza de tela como pago por algún brasero de fierro o una plancha a carbón que él solía fabricar para su familia y amigos. El punto es que llegó feliz a casa con la pieza de tela y mi madre decidió llevarla donde la Señora Esterbina, modista amiga que vivía en una casona del cerro Florida, a dos cuadras del ascensor. Ya el viaje era una aventura. Yo tenía unos 8 años y me encantaba ir a esa casona de dos plantas. El motivo era una niña de mi edad, flaquita y coqueta que se llamaba Marcela. Con ella jugaba mientras las mamás tomaban onces y compartían sus historias.
Del casimir  salió un terno con dos pantalones largos y un abrigo, lo cual me significó ir muchas veces a probarme la ropa, en el taller estaba la tela cortada, llena de tiza y de alfileres. De mis visitas salió un romance secreto con Marcelita, besitos en el corredor de la casona. La ropa de excelente factura era amplia, “crecedorcita” como la pidiera mamá. El color café me acompañó por años. Por casi tres años vestí esa ropa de tan buena calidad que no se terminaba nunca, por más que tratara de gastarla. Cumplí 10años, mi padre ese año enfermó y estuvo muy grave, entonces mi madre que era mujer de fe, comprometió una manda si se mejoraba mi padre, mi hermana vestiría un año de Lourdes y que yo mantendría por un año la vestimenta de los curas franciscanos del cerro Barón. Así fue que terminé mi primaria de café, mi padre mejoró y mi hermana dejó de usar sus vestidos blancos con cinturón celeste. Pero el abrigo café todavía me quedaba bien y pude usarlo como hasta los 12 años  cuando ya iba en segundo de humanidades.
El color café de mi infancia hoy se ha vuelto sepia y engalana mis mejores recuerdos, el más puro amor, las bolitas, el trompo, los inviernos que no me hacían mella y un tropel de ilusiones que flotaban entre adoquines, trolebuses, el túnel del ascensor Polanco con su vertiente y sus fantasmas.

Hernán Narbona Véliz, 31 de diciembre de 2012.