Saturday, October 03, 2009

Desvaríos



Apareces de pronto por los vestíbulos, le cambias el color ocre a mis buhardillas, eres mariposa pregonando la primavera, te posas en las cajas llenas de fotografías, las barajas dominando el tiempo, formando mosaicos de besos y dejas en el último libro tu perfume trasgresor que incita mis venas.


De pronto te atrapo, subo por tu pecho, aferrándome a la luna de tus senos, cual minero que viene de los socavones a mojar su garganta en aguardiente.


Exploro en la niebla tu sonrisa, siento tu boca en la mía, encamino mis manos hacia tus caderas y el sudor me empapa como vertiente, el cielo se llena de jirones rojos y, de pronto, te alejas, desnuda, promisoria, esquivándome, jugando conmigo, perdiéndote hacia el mar en un suspiro.


De allí en más, la madrugada se me hizo fría y despiadada, la fiebre martilló sobre las sienes, mis ansias de ti se calmaron lentamente y tuve que esperar acodado al buzón oxidado de la plaza del pueblo, mascullando soledades y espejismos camino a las ánimas, hasta que la aurora se compadeció de mi y me hizo dormir entre sus brazos, esa mañana de hospital.


Atacama, 3 de octubre de 2009

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