Cuando la vista se acorta
y te duele alguna coyuntura
se empieza a venir la preguntita
insoluta y artera
¿Es que llegó el tiempo
-anticipado quizás-
(todos piensan lo mismo)
de que más reposado sea
este devenir rutinario
en su metabolismo ambiguo?
Pero cuando hay ánimo
para agarrar la madrugada
de sus solapas empolvadas
y atracarte a ella
estrujándole sus besos
(que a veces se marchitan
por sus rincones ignorados).
Luego, cavilar
en la metafísica de la hormiga
que llegó a tu azúcar
sobre el café enésimo,
y buscar en esa ínfima partícula
la vida pataleante.
Cuando más tarde repasas
tus agendas primarias,
las del garabato preciso
y las canciones inventadas
Levantas una a esos zapallos
por los que regateabas
en tus paréntesis
de verdulero ajedrecista
Cuando cantando en los asfaltos
o en la horizontalidad de los ronquidos
te das maña
para viajar muchos kilómetros
desplegando tu beso
hasta otro rincón del planeta
Vas y vuelves,
para mañana de nuevo
-como con la helada ducha cotidiana-
agarrar una porción fresca
de carcajadas y sueños,
la digieras sonriendo
y salgas con eso que llaman
fe y optimismo
a escudriñar avisos económicos
a resucitar un poco
en cada nalga que te cruces
Cuando aún te sientas
capaz de esto
-o de algo al menos-
aún estarás joven
¡ Y a la mierda
que eso es importante!
Buenos
Aires, 1975 – Del libro Memorias Poéticas y Licencias para un Reinicio. Umbral
Editores, 1993