Valparaíso
Enredadera de ensueño
en un mágico recodo del Pacífico.
Ciudad fresca, vibrante,
de mil secretos escondidos
en la sutil embriaguez
de sus barrios empinados
Torbellino de sonrisas
Invitando a la aventura lejana
Valparaíso,
Relampaguear multicolor en las fiestas
Reflectores curioseando las galaxias
Cerros cubiertos de metáforas.
Metáforas en busca de luciérnagas
rasgando la sombra quieta de la noche
con el murmullo incesante de la brisa,
Fantasía que se desliza
Por los cables dorados
de los ascensores
hacia la frontera diamantizada
del horizonte
Colegio Rubén
Castro, 1963.
Naguilán
Tumbado cual anciano pensativo
El navío duerme en su duro lecho
La soledad pasea con la brisa marina
por la humedad crujiente de sus bodegas
Silenciosos mástiles suplican socorro
a las estrellas
Miles de miradas han rozado sus
chimeneas
ya oxidadas por la indiferencia
de la vida
Su quilla se ha herido
en oleajes que azotaron los maderos
Ya las olas acarician hipócritas
la popa angustiada
La noche lo rodea
el viento frío abre aún más sus heridas
Los astros, desde su terraza de luz,
observan al Naguilán en su desgracia
y lo cubren cariñosos con su sueño.
1963, Copihue Tricolor, naufragio en Valparaíso.
A
VALPARAÍSO, PRIMERO VOLVIÓ EL RECUERDO
Hoy tienen encanto retardado
la blanca biblioteca del colegio,
nuestros pasos forzados, en puntillas,
esa solterona con cara de silencio
En la libre costanera celestina,
grandes trompos de espuma desafiábamos,
los furtivos pitillos, las cimarras,
los tesoros de anónimas fragatas
Con sus chapas llorosas descolgadas,
un almud de misterio en sus tatuajes,
con su sueño minero en almendrales,
el ascensor Polanco se empinaba
Traía el torreón sobre su arcada
el crepúsculo sembrado de romance,
el puente elegido por suicidas,
todo el siglo prendido
en sus ajuares
Mi recuerdo hoy pisa entusiasta
Se adelanta olfativo, con ansias
Va explorando en braseros de abuela
coloniales vigas fantasmas
Calles altas, adoquinada palma,
mi recuerdo hoy busca su calma
tras las mamparas del cité, protegidos,
hubo pacos durmiendo su guardia
Sube, sube, recuerdo sin trabas
Atesora y rescata del alba
los pitazos llamando a las fábricas
¡Falta tanto en cada manzana!
No hay retén ni caballos que pastan
Las bateas no entonan sus tangos
El pregón ya no cruza la plaza
¡Ay, mi patria, se mustia tu casa ¡
Las esquinas se preñan de rabia
La novena no lleva campanas
Tus hijos escapan o cambian
Valparaíso, el recuerdo hoy en ti se
desangra
Basterrica es una calle sin alma
Las postales no alcanzan,
no alcanzan…
Buenos Aires,
1980.
Por nombre, Valparaíso
En el primer sorbo de tu espuma,
en el primer asomo hacia tus duendes,
te llamé, Valparaíso,
enredadera de fantasía
en un mágico recodo del Pacífico
¿Cómo llamarte hoy, andén del alba?
¿Cómo si ya no hay lumbre en tus
candelas?
Simple como te vi,
Vas en mi estribo,
Eres ancla central del desvarío.
Simple, como el brincar de tus
inviernos,
Alto, rudo y sensual
con siete espejos.
Vengo de recorrer largas bahías
Vendo de remecerme en tus recuerdos.
Padre yo te sentí en astilleros
Padre yo te llevé por cien senderos.
Vuelvo, pobre de mi, viejo y reseco
Trepo hasta el mirador, lleno de viento
Vuelvo casi sin voz
Vuelvo y te trepo
Hay sed de atardecer
Bebo sin tiempo
Puedo por fin morir,
pródigo hijo
Recibo tu perdón,
renazco en besos.
¿Cómo llamarte hoy, pálido amigo,
si fue nuestra amistad
barril de sueños
pendiendo del farol
de algún prostíbulo?
Memorias
Poéticas y Licencias para un Reinicio, 1993
De farra en Valparaíso
Hoy he venido a tus patios a escudriñar
los recuerdos
vibrar de nuevo tu ritmo, prendido a tu
firmamento.
Hoy me instalé en tus alturas para
repasar los caminos.
Crepusculares se vinieron los temblores
aprendidos,
Las espumas se encendían y el tiempo se
devolvía
perdido por cien quebradas, fronteras de
lateríos.
Adoquines y escaleras, el pecho late de
prisa,
amores roncos de olvidos, de rayuelas y
exorcismos
Me traje en mi recorrido un aromo
florecido,
tristes aullaban mis perros,
encandilados de vinos
Los eucaliptus musitaban colibríes y
luceros.
Abuelas junto al brasero, susurran penas
de fuego,
En tertulias fantasmales, mis muertos
liban gloriados
y el tango surge de nuevo, entre Gardel
y Castillo
Con ponchos de alpaca y cobre,
camufladas de sortijas,
se arremolinan sensuales
las mujeres con tarifa
La higuera duerme reseca,
las guitarras han partido
Como noche de San Juan,
con ecos de brujos ebrios,
se empina en acantilados
un corazón clandestino
Escapa por ascensores un amante
empobrecido,
el pregón de navegantes termina en los
lateríos,
La cueca brava aparece,
se me encabrita el deseo,
mosaicos de reflectores anuncian un año
nuevo
Yo me estremezco de besos
y el puerto se vuelve niño.
Comarca
de Poetas,12 de enero de 2016
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