Thursday, November 03, 2022

El tango en Valparaíso

 Me asomé a tus balcones, Valparaíso.  Iba por el tango,  a buscarlo en los adoquines lustrosos de un cuento.  Vagué por tus ascensores de hierro sonoro  y nadie lo silbaba como antaño.  Caminé quebradas, descubrí derruidos aquellos  viejos bares  donde reinaba el tango como un duque, donde los marineros sembraban sus promesas. 

Y llegué a tu corazón bohemio y bebí un vino  nostálgico en el Cinzano. Allí divisé el tango. Dos espectros pálidos intentaban dibujarlo, en la plaza Aníbal Pinto, trataban de bailar el tango porteño.  

Humillado tango urbano, en torno a un sombrero  con escasas monedas,  una  dura  impiedad rasgando sus  historias.  Tamaña delgadez trazando cuchillas en la noche,  susurrando malarias de modernos conventillos.  

Tango valpino que estás en mis cerros,  ¿cómo te viniste apagando?  ¡cuánta falta le haces a los barrios enjaulados! 

Dime, tango amigo, cómo llenar de nuevo los crepúsculos  de bandoneones eruditos, de madres entonando tus versos, de tórridos romances  inflamando el pecho de mujeres solitarias. 

Vine por ti, tango añorado, Y me duele tu ausencia, Me parte el alma ver el mendrugo de voz que te han dejado. Y me juego a entonarte, con Ledesma, Pichuco, la Tana Rinaldi, Piazzola, Te invito a subir con Altez a los patios del mundo,  arrebozando un recuerdo  y pintando un boceto que te deje seguir.  

Tango porteño, como tú, en esa flaca esquina,  no me resigno a morir.  



Poeta Narbona, 2 de noviembre de 2015.