Era la Semana Santa de 1971 y en el centro de Valparaíso se realizaba, como era la tradición, la dramatización de la Pasión del Señor, en la Avenida Pedro Montt. Bajé con ella y una amiga celestina que al poco rato nos perdió en la multitud y quedamos solos, de la mano, para no perdernos entre la gente que presionaba para ver pasar a los soldados romanos, a Jesús sufriente bajo la cruz. Esa excusa me permitió abrazarla y comenzó a latir más fuerte el corazón cuando la acompañaba a su casa. Entonces, surgió la idea de hacer un Judas, esos muñecos que eran el motivo de animación en los barrios y clubes. !Claro¡ tenemos que hacer un Judas, luego hacerle un testamento y al final quemarlo... Fuimos a un cuarto trasero a buscar topas viejas que sirvieran para la tarea propuesta y fue entonces, cuando el primer beso de esta colegiala adolescente estampaba un destino, un proyecto, una pasión enorme que crecería a cada minuto, sellando un amor para toda la vida.
Cumpliremos, Dios mediante, 35 años este próximo Viernes Santo y queremos celebrarlos porque estas tres décadas y media han transcurrido salvando escollos y con un amor que ya no requiere palabras.
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