Te has engalado como una sirena, instalada en una galaxia de aguas rosas, vienes al reposo mínimo que te dejan las horas finales del año. Es un cierre, un recuento tácito, un remanso para seguir bregando, para dar gracias a Dios por mantenernos unidos, en paz y salud.
Humean los sabores, las risas se mezclan con el sudor de un alegre esfuerzo, concluido justo a tiempo. Estás radiante, disfrutas las guirnaldas, la copa espumosa llevará dentro tu anillo de oro y vendrá ese beso de resumen y de prólogo para nuestra infinita aventura.
Tus tres hijos te rodean, sus sueños se acicalan para ir de fiesta, la nieta flota en su sonrisa bromista y el buen perro la escolta por los patios para esperar las doce horas, el primer petardo estremeciendo el tiempo y tú te quedarás conmigo, relajada, sublime como oración, llenando la casona.
La casa iluminada se despierta llena de recuerdos y vienes como promesa para que el año que ingresa se organice a través de tu constante luchar. Amor, suenan las arpas del cielo, se descorcha el vino guardado para ocasiones especiales y en coro nuestras almas se fusionan en un nuevo primer beso.
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