La calle Serrano jamás volverá a recuperar su ritmo y colorido. Trizaron su historia. Nerón se refocila en las quebradas ardientes. El agua se mezquina, los mártires son despedidos en antorchas de agradecido dolor. Los cerros se desgranan en cenizas y llantos, el agua no llega a las barriadas. Los caballeros del fuego no logran detener la tormenta roja que devora sueños. Los gorriones emigran de mi puerto, el caminante se desmorona en la tierra negra. Unas manos resignadas construyen dos cruces y dos animitas se suman a los íconos urbanos de un puerto que agoniza, que borbotea reclamos, mientras el agua se encarece, los suelos se enajenan, el patrimonio habitado escapa en llanto. La historia de los cerros porteños es bruscamente tronchada por la ira del viento. Nunca más la tertulia con el mar y la luna. Ya en Valparaíso no caben más animitas. La muerte se explaya por las quebradas de miseria, dos ancianos hacen carbón clandestino para sobrevivir, dos jóvenes calientan su vianda en el fondo de la quebrada.
Allí donde el agua ya no brota de los grifos. el Valparaíso olvidado se convierte en desierto negro, de cenizas y muerte. Habrá que edificar torres de altura para tapar tanto desquicio.
No comments:
Post a Comment