Ritmos de septiembre, las cuecas aún retumban...
Quizás sea efecto del sol del desierto, quizás sea la provocación de la primavera; el asunto es que amanezco como arrebatado, trepando himalayas al trote, persiguiendo tu mirada coqueta, escondida pícara detrás de un pañuelo.
Será por eso que calzo espuelas para domar la pasión que irradias. Será por eso que ando con el indio a flor de piel, irritable como si la menopausia se hubiera metido por mis orejas, buscando excusas para ganarme a tu lado, intentando morder tus hombros que son la llave que sólo yo conozco para desmantelar tus cabildeos que me inflaman.
Así transito por tu cuerpo, soñando despierto, con deseos de apretar tus labios carnosos con mi boca de naufrago sediento.
Así te quedas en mi piel, con ritmo de tonadas, haciendo hervir mi sangre con esa promesa muda de tus ojos seductores.
Son los ritmos arremolinados de septiembre.
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