Friday, May 27, 2011

Despedida

Me queda media hora

para sumergirme en la laguna de tus ojos

media hora escasa

paupérrima

violenta

terminante

para musitar tras tu lágrima

que me alejo

Déjame un puñado de silencio

un abrazo anclado

al alma encarcelada

que te grabará

en secreto

Media hora apenas

para alzar mis huesos

de tu lecho

apartar mis raigambres

de tu cuerpo

y despertar del sueño

con el agua fría

con la camisa blanca

la corbata de seda

los zapatos lustrados

mis documentos

Media hora

que se escapa en el silencio

ni un te amo

ni un reproche

Parto inexorable

sin despedirme

Me queda media hora

Alcanza para un café

o un té con canela

Cuídate mucho

me conceden tus labios

la media hora se agota

raudo alcanzo mi valija

y sin poder mirarte

frunzo el ceño

beso tu mejilla

y un hasta pronto

mentiroso

rasga el aire

Una paloma

ensucia la vereda

y el golpe de la puerta

a mis espaldas

cancela el último minuto

El amor se esfuma

y un avión me espera.

Sunday, May 01, 2011

Ánima del mar

No escarmentaba la torpe doncella, mojada y revuelta de arenas, se quedaba en la orilla como una cometa. Pero luego, insistía, jugando graciosa, al mar se volvía, a sacar la arena de su pelo negro y sus orejas pequeñas, Y de nuevo las olas hacían de ella una tromba risueña, gracilarias y luches revolcados de espuma, se quedaban con ella.

 

Al mar no temía, aunque ella era niña de sierras, que del mar no entendía gran cosa, mantenía entre sueños de almíbar y acuarelas celestes o rosas, sus castillos de arena encantada, jugando entre caracolas del monte a ser una dulce sirena, de voz entonada y ligera.

 

Una tarde siniestra, se cuenta,  retozaba en la arena soñando, cuando vino una ola gigante que no supo de juegos ni anhelos, la envolvió para siempre en su ira, la llevó mar arriba, hasta el cielo, la dejó constelada en silencio.

 

Por las tardes de verano en Caldera, a las playas desciende la niña, la veréis correteando muy pálida, entre espumas rosadas o lilas, como un alma en pena y pequeña. Cuando cae la noche desértica, ella renace  en caracolas y luna, su canto seduce en las playas a mendicantes poetas en pena y, con un himno de ingenua sirena, les sacude y calma cadenas. Mas, si ellos se duermen con ella, se los lleva en espumas de estrellas, los encumbra en las olas doncellas y se pierden por siempre sus versos en el anaranjado horizonte de Caldera.

Comarca de los Poetas, Chañaral, 1 de mayo de 2011