Monday, May 05, 2025

Risa en colores

Cuando te despiertas en un oasis y fluye la risa, quisieras perpetuar ese instante en la encrucijada de una enredadera sin espinas
Es el suspiro que trepa a borbotones y libera toda la noche enquistada de fantasmas. El baile se viene y el corazón se agita, en un balero se concentra el triunfo infantil y eterno de la risa. Se limpian las hélices de un avión de papel y quedas inmóvil, repasando la vida en un instante de genuina alegría fugaz.

Descubro la fábula de la era final, un canto a la tierra fecunda, expulsando sus parásitos hacia los infiernos. Y me río blindado en mi escudo azul, pedido prestado a un arcángel amigo. 
Me río de mi mismo, de mis tozudeces a voz firme, dudando por dentro de todas las promesas esgrimidas en el deseo. 
Me divierte verme en los deja vu y esas  pesadillas que apretaron mis arterias,  esos pensamientos de lujuria que vivían en los transeúntes cuerpos de playas olvidadas. Me río de las adivinanzas que jugué con los espíritus del desierto, las parinas rosadas como florecillas emigrantes de los salares inalcanzables.
Toda la desazón se viene en el primer paneo de una cámara del noticiero nocturno, mientras la vida despliega sus secretos de alcoba por el tedio de  comentaristas rentados.
En esta mudanza, trasgrediendo los límites terrenales, van quedando arrugados los panfletos sabiondos y falaces, los croqueos inventando orgías de auroras boreales, con caleuches iluminando los rincones verde pasionales de los archipiélagos añorados.
Llevo menos, poco sirve, las memorias se decoloran y mi risa borra mis absurdas verdades, apiladas y obsoletas.
Por un vino añejado en garrafas  mimbreadas, me voy deslizando hacia el hielo, con mi fuego interior en resistencia, sintiendo ecos de aquella carcajada que había castrado la torpe.compostura medieval. Liberado de armaduras me baño desnudo en Montecarlo y yago sin vergüenza ni culpa con las deseadas mujeres de mi prójimo. 
Exaspero lleno de colores, el hombre gris de Parravicini no conversa con mis distopias, me rebelo a proféticos clichés y me voy a carcajadas hasta la orilla del mar, a gritar improperios a todo pulmón, desafiando el horizonte tornasol, sabedor que en algún punto del cielo habrá quien escuche mi irreverente rito.
Miserable y redimido, asumo los errores de mis decisiones y simplemente me aferro al arrebato, oportunista, degustando en la caleta una sopa marinera con un tecito frío.

Tuesday, April 22, 2025

Apuntes de atelier





Voy a abrir las  persianas del frutal que habito.
Desplegaré mi cuerpo auténtico desde mi sitial
para que sus escalofríos movilicen los pinceles 
en una batucada de colores
Desafiando motricidades finas
Argumentando obviedades 
para disimular el goce 
que les causa aprehender
 mis silencios.
Soy una pluma cayendo ondulada por sus ojos, musitando matices, dictando a sus mentes trazos de la franca piel de mis normales días.
Sin engalanar mi huesuda anatomía, sin comentar de mis ojeras, sin suavizar mis manos laboriosas, dejando que capturen mi hojarasca, imperturbable ante el brillo de las pupilas del atelier, sin verlos, pero intuyendo su llamarada disimulada,  ignorando mientras poso, el frio azul que se asoma por las rendijas del entretecho.
Cada músculo actúa en mi impostura reflexiva, su sincronía transmite a los talleristas emociones diversas, que juegan en el péndulo de la pasión y el sigilo, insinuando chispas que en cada tablero se van decodificando al trasluz de sus propios sentimientos y prejuicios. Es el juego motivador del arte creativo, que no es de nadie, que flota en el frutal del universo esperando que cada quien saboree sus manjares o sus hieles.
Mientras voy cambiando de posición, reviso de memoria esas cuentas que se amontonan en mi velador y suspiro calculando que pronto la sesión concluye, me haré un té con limón apenas llegue a casa.

Desnudo




La mirada se fractura en tus redondos misterios, remeces mi retina y se asoma temblorosa la tentación por mis trazos exploradores.
Ya no controlo mi muñeca, ella se conecta con tu luz y tus sombras.
El universo se entromete en la hoja en blanco y un espíritu ancestral va emergiendo con tu torso canela que arrebata los sentidos.
Famélico de tu energía, me dejo llevar por el carboncillo que se eleva a fuegos ardientes, imágenes capturadas que orbitan por el lápiz en la sesión colectiva, mientras deseo monopolizar tus perfiles sinuosos y poseer la esencia ardiente que duerme tras cada pose, tras cada movimiento, tras una oferta tácita  que imagino, mis secretas ansias de soñarte y llevarte conmigo, plasmada en todas estas emociones calladas que provoca en mí tu desnudez encantada.
Soy un tallerista encandilado de fragor sensual, absorto en tus erógenos laberintos, entendiendo que eres solo el holograma de pasiones guardadas sin sentido y que trato inútilmente de plasmar en este croquis desesperado.

Sunday, April 20, 2025

El lenguaje en entropía

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El lenguaje en entropía 

La foto que comparto es de mis pequeños compañeros de escritorio, que me observan curiosos, sobre todo cuando escuchan mis interjecciones procaces al enfrentar indignado, cada vez con mayor frecuencia, los estertores de una ortografía mancillada, que se lastima ante una vulgaridad normalizada, que parece guiada por musas analfabetas a los acantilados del corrector automático, pisoteando el lenguaje sin pudor,  en una distopía que se parece mucho a la mutilación que sufren los glaciares por la crisis climática. 

Entonces, pese a la denodada defensa que intentamos los escasos Quijotes de la palabra, que nos atrevemos a expresar descontento por las aberraciones idiomáticas circulantes, la voz metálica de una IA alimentada por algoritmos idiotizantes, va sembrando de errores y horrores  los conventillos virtuales, hasta el grado tal que la propia RAE ha declinado, ante el mal uso que prolifera y se instala,  su rol de custodio formal de lenguaje.
 
En esta vorágine de palabrería y con absoluto irrespeto a la bella lengua heredada, parecen surgir las mismas turbas que incendiaron la Biblioteca de Alejandría o destruyeron las civilizaciones de nuestros pueblos ancestrales, para avasallar en una involución tenebrosa,  al discernimiento y la crítica, procurando instaurar pura y simplemente  una estupidez extendida, despojándonos a los trabajadores de la cultura  de las espátulas de lo creativo, llevándonos  a la calidad de  marginales y de  molestas pulgas en el oído del poder en las urbes. 

Vilipendiados por dogmáticos, discriminadores, excluyentes y fundamentalistas, somos  personas non gratas  para el sistema dominante, contrarios a la voz metálica de la IA que va estructurando las mentes colectivas, demoliendo la riqueza prístina de la palabra creativa.

En mi reducto como escritor, mis dos amigos me prestan un cable a tierra para soportar tanto desquicio.

Saturday, April 19, 2025

Cruzar la línea roja


Romina se despertó temprano. Entró a la ducha sin remolonear como lo hacía siempre, lavó su cabello y lo sacudió varias veces antes de enfundarlo en la toalla como turbante. Sabía que no podía cepillarlo aún y pensó que después de desayuno lo haría.

Se preparó un café con leche y mientras degustaba el aromático brebaje encendió el celular y releyó una vez más el mensaje encriptado: nos juntamos en el casino a las 11.

Ricardo pasó como de costumbre a dejar los niños al colegio, saludó con una seña desde el auto a la inspectora que atenta en la puerta iba ordenando el flujo de alumnos de ese día. Su mujer los había despedido, como cada mañana, en su buzo deportivo, preocupada de las colaciones y las tareas. Una vez que abrió esa mañana como tantas se dirigió a la universidad, a la primera hora de clase que partía a las 9 y terminaba a las 10:30. El tiempo preciso para alcanzar al casino de la universidad y acomodarse en una mesa, con impostación de académico. Pero en su piel comenzaba a sentir las palpitaciones de ese próximo encuentro, en veinte minutos, degustando un agua mineral, mientras ojeaba sin leer el libro usado en la clase matinal. Cuando divisó su pelo rizado, húmedo aún, se levantó, chequeó las llaves del auto en su chaqueta y se acercó a ella, saludándola con un beso en la mejilla. Vamos, en el camino conversamos.

 

Cuando ella entró al auto, su perfume fresco fue un latigazo que le remeció de arriba abajo. Cuando ella añadió una sonrisa vivaz, Ricardo se dio cuenta que ya habían cruzado la línea roja, que había que dejar en la tácita complicidad de las miradas todo lo que vendría.

Ella acercó su mejilla color canela y el depositó un beso con los labios entreabiertos, tratando de transmitir la hoguera que se venía encendiendo en su pecho.

Condujo entre trivialidades, te acuerdas cuando fuimos alumnos, esa fiesta del posgrado fue genial, siempre fuiste impulsivo, quién habla, tú llevabas el juego, en fin fue maravilloso, y aunque digan que veinte años no es nada, acá vamos, como piezas desgastadas de un ajedrez no deseado. Ambos con esa deuda, manchando nuestras existencias de normalidad, ser políticamente correctos. Pero con la procesión guardada en el subconsciente.

Tienes razón, nos lo debemos. Dicho lo cual ella le puso la mano en el muslo derecho presionando suave, como diciendo, calla, está todo dicho.

Llegaron a un hotel en el camino costero. Se registraron, antes de subir a la habitación decidieron almorzar. Un vino Cabernet Sauvignon fue abriendo las compuertas de un diálogo pendiente. No importaban los galardones que cada uno ostentaba. Lo suyo estaba enclavado en un punto donde todos los sueños flameaban por sus cuerpos, decididos a revolucionar el mundo. Y, de pronto, sus anhelos y su pasión había sido abruptamente rota y desangrada de distancia y silencios

Cuando subieron a la habitación se iniciaba la tarde. Dos maduros amantes comenzaron a redescubrirse, a prodigarse todo aquello aprendido como autómatas y que ahora cobraba sentido en la naturalidad de esa entrega que pendía en sus corazones, en forma discreta y dolorosa. Dando rienda suelta a esa represa pasional, se sumieron en esa burbuja que habían esperado cada cual en sus propios escenarios.

Unas horas más tarde, Ricardo le pidió una aplicación que la llevara a casa, donde Romina vivía sola. Él condujo de vuelta a casa, Abrió las ventanas y un aire fresco borró cualquier rastro de su perfume. Al llegar, Nancy lo esperaba para cenar; él pasó a dar el beso de buenas noches a los pequeños y se sentaron a cenar...

¿Cómo fue tu día,  amor? Complicado, tú sabes, los fines de semestre y los proyectos que hay que informar...pesado, pero todo bien... veamos qué nos cuentan las noticias, dijo, encendiendo la tele.

 

Romina despertó relajada. Sintiendo todavía en sus oídos los susurros indecibles de la tarde anterior. Era dueña de su tiempo, soberana de su cuerpo, pero reconocía que su espíritu estaba acorazado por desengaños y era vulnerable a esa química exultante que Ricardo le provocaba, con su tacto y su decir. Haber enviudado en París luego de casi dos décadas había resultado un detonante. Se abrió para ella la ocasión de regresar, algo que había esperado largamente. Jean Claude, su marido francés había sido un ancla de seguridad, cuando sus padres exiliados habían fallecido esperando poder volver. Había crecido viéndolos decaer y secarse, como la ruda frente a los deseos oscuros, esperando la noticia que nunca llegó. Fue en la universidad, donde conoció y aprendió a apreciar el discurso idealista de Jean Claude y su amor reposado y leal.

Regresar a un Valparaíso que solo conocía por los nostálgicos cuentos de su madre, fue como arañar en la tierra buscando un vestigio de su propia identidad.

Haber reencontrado a Ricardo en la vieja universidad tras veinte años había sido una jugada justiciera del universo. Coincidir en ese post grado en París, él de paso, becado por su universidad chilena, ella parisina, en ese pasional instante de utopías, había sido todo como un chispazo de expectativas que se diluyó en el tiempo, pero dejó su interrogante en sus destinos.

Ahora, Romina, viuda, era totalmente autónoma, pero Ricardo estaba comprometido, inalcanzablemente cercano, en piel y espíritu, aunque habían comprobado que sus energías sincronizadas se habían atrevido a probar un bocadillo de goce integral.

Él esa noche no pudo conciliar el sueño, no había culpa alguna, habían cruzado la línea roja y cumplido esa promesa que, por circunstancias ajenas a sus deseos y voluntad, no pudieron concretar. Nada sacaba con darle vueltas, el deber se imponía al derecho de ambos de vivir esa plenitud que pudo ser un derrotero genuino, pero allí quedó, entrampado en las circunstancias odiosas de un adiós.

Cada cual en sus pensamientos, Romina y Ricardo se hacían la misma pregunta: ¿lo dejamos acá sensatamente, o nos dejamos llevar por el desenfreno y asumimos los costos?


Sunday, June 16, 2024

La lámpara minera a carburo

Contemplo la lámpara minera a carburo, hecha de bronce que me hizo Don Luis y recuerdo los huevitos de campo que le encargaba a Paulita, son nuestros amigos collas, a quienes pasaba a ver cada vez que subía al Paso San Francisco. Ellos tenían su pequeño oasis en la quebrada, a los pies del camino a la cuesta El Asiento. Una vida sencilla y profunda, con bisnietos y tataranietos en Copiapó,  pero ellos sólidos en la montaña, con sus animales y su huerta, el fogón encendido y la casa abierta como su corazón generoso, refugio del viajero, último lugar habitado antes de la meseta de Pedernales. Allí los encontró la lluvia gigantesca que partió a los 3500 msnm. Hoy supe que están bien y doy gracias a Dios por protegerlos.

Friday, June 14, 2024

Café de media tarde

Preparo el café 
La media tarde se apaga
El frío ingresa por las rendijas
Y tus manos se hielan
Entonces, circundan el tazón  
buscando abrigo 
tus labios besan levemente el borde
y soplan como en beso.
Yo callo y te observo
Memorizo tu sonrisa
Te acerco un chal cuadriculado.
Enciendo la radio.
Ya viene el radio teatro.
Me acomodo a tu lado
Me compartes una parte del chal
Te abrazo.
Comienza la comedia
Olga Lidia sigue perversa
Charito sigue sufriendo
Hay llantos, te acurrucas
Nos dormimos 
La máquina del tiempo
nos trae de vuelta.
Pasó la tarde
Se acabó el silencio
Se acabó la siesta
Llegan los nietos.

Thursday, June 13, 2024

Renacer de la Consciencia

 


Renacer de la Consciencia

En medio de un desierto, enfrentando el mar, los silencios atiborrados de estrellas te ubican en la nano dimensión del todo, como partícula fractal de lo desconocido. Con el crujir de naufragios cósmicos se desmoronan los paradigmas y los dogmas.

En los círculos del universo, algo te anuncia que hay probabilidades de cambiar de anillos, pasar de lo carnal a lo espiritual, de la banalidad del mal a la consciencia holística de la Naturaleza, saltar de la frustración a la esperanza, del dolor a la risa, del placer al tedio, de la monotonía a la sorpresa, de la razón a la intuición. El libre albedrío orbita en cada acción que realices y la responsabilidad por tus actos no se delega, es tu decisión y sus consecuencias. En el colectivo fluyen las probabilidades y tras cada yerro el retroceso de la involución. Es la rueda de la vida, del pequeño morral en que se nos asigna un tiempo.  

Los registros son selectivos, el cerebro solo archiva lo relevante, pero el inconsciente guarda detalles, incluyendo aquello que no quieres recordar porque te avergüenza o te duele. La memoria superpone registros y adultera pasados. Los viejos catecismos huelen rancio, eres producto de dogmas que sesgaron tu mirada. Las anclas se levantan, zarpa una nave a la deriva, debes tomar el timón, el descubrimiento se inicia. Renacer es la impronta para vencer.

Por el remolino huracanado del tiempo asciende una llamarada de interrogantes que buscan descifrar los misterios del universo. Pretensión soberbia pero motivadora. La razón claudica ante auroras boreales y apenas es mi intuición la que se cuela por los pistilos de una flor magnifica para llenarse de polen primigenio. La recurrencia de los sistemas te dicta que lo que es arriba es abajo, es un conocer perceptivo, automático, el cansancio de vivir manipulado por amos torvos y malignos. Quieres develar los olimpos de falsos dioses ebrios, que decaen envidiosos frente a humanas de sangre ardiente. Recorrer los siglos tras vislumbres cotidianas del poder atemporal, el mismo de los festines faraónicos o mesopotámicos, en tiempos submarinos o eras subterráneas, saludando en aldeas o feudos, la llegada de combatientes cazadores, que arriban con el oro de sus saqueos, con pertrechos de sedas y .licores espirituosos.

En ese deambular por el poder, te perfilas como auriga de emperadores o escriba de alquimistas secretos, guardia pretoriano detrás de los bacanales de los poderosos. Vigilando becerros de oro. Simpatizando sensual con  diosas vengativas por el adulterio evidente de los dioses con las hembras humanas. La vorágine de una montaña rusa me aterriza en los infiernos, hasta que los consejos de ancianos me contratan de poeta y voy por el circo, declamando líricas adulaciones a los patricios. Ilustrado esclavo, líder de los bufones, la danza del vientre es un precipicio de volcanes desatados, el placer es parte del juego corrupto de reinados degenerados por el incesto.

Veo cómo los sabios se resguardan en catacumbas. Veo las cavernas estampadas de geoglifos diseñados con cinceles mentales. Exploro los campos neuronales para escudriñar los límites del átomo. La física cuántica es un laberinto desconcertante que podríamos recorrer si activamos la conciencia propia. Se entreveran los sofismas, la palabra carece de lógica, es exploradora sin brújulas. Las pirámides son legos de piedra trabajada por la mente, si somos semejantes al creador, también podríamos hacerlo, pero más allá de las habilidades neuronales queda la brecha del espíritu. Dejo aflorar energías dormidas, congeladas en la prehistoria de los dinosaurios, pero la puedo despertar por la hipnosis o la meditación. En este vértigo interior, la palabra es una picota que rompe los tiempos, tanteando con hambre de conocimiento, experimentando puentes hacia lo metafísico, entendiendo como simple mortal y poeta que debemos recuperar los principios naturales de convivencia, rompiendo burbujas que nos aíslan, recuperando la pertenencia al todo, en energías de armonía con los animales y la naturaleza, con humildad, tomando un sitial en el complejo e interdependiente espacio vital, cumpliendo con la evolución hacia un amor desprovisto de ego, hacia todos los seres vivos.

Cuando regresas a tu presente y vuelves la mirada a los poderosos, famélicos en su decadencia, te estremeces con las miles de almas infantiles tronchadas por ese genocidio que en eufemismo callan las élites asociadas en la guerra. Ves a la humanidad tratando de abrir puertas a la paz, pero el odio, el poder y la codicia asociados suman oro y mentiras para tergiversar la realidad y desterrar la paz a las mazmorras. En ese precipicio transitamos, con la inteligencia artificial dedicada a hacer más eficiente las masacres y la resistencia de los pueblos por la Vida y la Paz es categórica, pero perseguida por las élites.

Con la paz, hay un plan maestro refulgente al final del túnel. La humanidad reverdecerá como musgo en los desiertos. Un espacio multilateral, con equilibrio de poder, está naciendo. Pero debemos esquivar la avalancha de estiércol que bloquea los ojos y oídos de las urbes, la ignorancia servil de genuflexos. La mentira edulcorada fluye, frenando convicciones, reprimiendo, la codicia se infiltra por los pasadizos de los templos y los palacios. Los profetas de la vida deberán multiplicarse, copar los parques, llevar la palabra a los sencillos, sin púlpitos ni testeras, formando un enorme coro que eleve las banderas de una nueva humanidad.

Valparaíso, 13 de junio 2024, Hernán Narbona Véliz, Poeta, Presidente SECH-V.

Tarde de lluvia


En tu pelo, la huella de la harina, te hace más bella. Es una tarde invernal. La calabaza verde nos regala la pulpa imprescindible, la harina como la nieve va acunando al zapallo y comienza el idilio, la comunión, el rigor que da calor, que va gestando la masa esponjosa, aderezada con la manteca hirviente, la levadura. 
En medio de latas entonando la batucada del cielo, algún trueno curioso se asoma. La masa vapuleada reposa y se entibia en el raiki mágico de las manos amadas. 
Luego, el uslero tiende la masa como alfombra olorosa, para que vayan surgiendo  como lunas llenas las prometedoras compañeras de la lluvia. 
Ya el aceite hierve, algún relámpago queda ignorado por el sortilegio de la cocina. Van cayendo las redondas sopaipillas  hasta salir bronceadas, olorosas, apilandose mientras la tetera suena convocando a cebar mate, a la ceremonia de escuchar en los inviernos relatos milenarios. 
Las constelaciones se rinden al embrujo y en torno a la mesa de madera se convocan las generaciones para el culto a la vida, frente a un invierno conmovido que se va retirando. 
El aroma de las sopaipillas sumergidas en el almíbar de chancaca, anuncia el penúltimo manjar de los dioses. 
El último será escuchar ese nuevo cuento que nace de las cocinas blanqueadas de harina y de sueños, en los dias de lluvia.