Monday, March 04, 2013

Diálogos marinos 4

Con el pelo revuelto de arenas, la salinidad en las narices, la piel ajada de sol, desafío las olas inventando sirenas, floto como en una cruz y el sol me enceguece, me sumerjo y llego hasta el espacio cercano donde las algas parecen danzar a contramano de las olas. Es la jugarreta que se repite y se llena de redondas figuras en la alquimia relajante del nado instintivo, aprendido desde niño y que se repite con el mismo ritmo, cada vez que me sumerjo en tu orilla y quedo a merced de mis fuerzas, oxigenando mis pulmones con recuerdos de otros momentos como éste.
En un segundo, se me vienen todas las  playas a la memoria, las templadas aguas de Boca Chica, de Manta, las heladas aguas de Calbuco, la sensual calidez de Ipanema, las nubladas arenas de Pinamar, el baño desnudo en Montecarlo, la quietud de las Torpederas o el desafío conquistador de Caleta Abarca y la playa Poca Ola de Recreo. Sobre las rocas,  como en una regresión,me siento a escapar de esas olas sorpresivas que se llevaban la ropa de mis primas y veo a mi abuela salvar las budineras con ensaladas chilenas y aun siento su risa y el aroma de esos paseos familiares, en que mi única preocupación era ser feliz.
Quizás esto te explique, amigo mar, porqué en mis silencios te observo como un viajero perdido, anclado a romances, recuerdos, sueños persistentes que se estiran como atemporales bocetos de amistad, nutriendo mi creciente madurez, entre desiertos y dunares.

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