Sunday, February 24, 2013

Diálogos Marinos 3



Acodado en la caleta contemplaba los juegos de los lobos marinos, sus crías y esos sempiternos pelícanos, parásitos juguetones de la pesca artesanal, convocando a turistas que aparecen escondidos tras sus cámaras fotográficas o celulares. 

Eres, mar,  mi vecino y compañero cotidiano, a partir de ti surge el desierto con su idioma distinto, pero a tu lado hay un esperanto de algas canturreando siempre. En cada paseo por tu orilla, busco mojar mis pies y mi alma, para regocijo y nostalgia, sin temerte, aunque me mantenga preparado para trepar los cerros al trote si te veo desordenado o engrifado como león enjaulado.

Sin embargo, amigo mar, me descubro rompiendo tus oleajes en la playa de Flamenco o recorriendo tus rocas resbalosas por Portofino, tomando un tazón de té en Villa Alegre y manteniendo la misma curiosidad con que te recorría en la costanera de espumas en mi infancia. 

Soy apenas una sutil garúa frente a tu inmensidad y te escudriño con mi imaginación para llegar a los mundos submarinos donde delfines y sirenas mantienen la paz, alejados del desquicio ruin de esta humanidad decadente. Pero, no vine a quejarme, sino a maravillarme como cada día por tus mareas, los buques que te cruzan y los pájaros migrantes que te recorren guiados por las estrellas.

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