Naguilán
Tumbado cual anciano pensativo
El navío duerme en su duro lecho
La soledad pasea con la brisa marina
por la humedad crujiente de sus bodegas
Silenciosos mástiles suplican socorro
a las estrellas
Miles de miradas han rozado sus chimeneas
ya oxidadas por la indiferencia
de la vida
Su quilla se ha herido
en oleajes que azotaron los maderos
Ya las olas acarician hipócritas
la popa angustiada
La noche lo rodea
el viento frío abre aún más sus heridas
Los astros, desde su terraza de luz,
observan al Naguilán en su desgracia
y lo cubren cariñosos con su sueño.
Poema escrito en 1963, cuando encalló en Placeres el
barco Naguilán.
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