La hidalga pipa húngara
cuelga de su cinta verde
con su tapa plateada
y su propuesta de tabaco lejano
El calendario y sus oseznos
brillando sus ojos en el saludo amigo
comparte mis primeras
canciones libertarias
El crucifico de hueso
sobre la cuna del hijo
acompaña el camino de su sueño
y da paz a su madre adolescente
Nuestro óleo marino
nos regala sol
con el reflejo multicolor
de una tarde de Calbuco
Finalmente, la cuna
en el maravilloso desorden
del pijama celeste y juguetes
mece nuestra esperanza en sonrisas
Son todas las esquinas
que enmarcan
con pinceladas de tregua
nuestro minuto feliz
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Buenos Aires, San Telmo, 1975.
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