Un recuerdo al amigo y compañero de ruta, Jaime Contreras Páez
Estoy haciendo el duelo. El 6 de diciembre de 2010 falleció de un ataque al corazón fulminante, mi amigo Jaime Contreras Páez, con quien compartí desde la secundaria, en el Colegio Experimental Rubén Castro.
El egresó el año 1965 y yo en 1966. A los 12 años yo fui
corresponsal del Diario Copihue Tricolor y luego de Panorama, que editaban
Guido Dasso, Héctor Vera Mena y Jaime. Allí aportaba mis noticias y mis
poesías. En la vida adulta, él siguió por la UCV y yo por la UCH. Sin embargo,
en vidas paralelas, pertenecimos a la juventud rebelde del la DC y pasamos al
MAPU. Supe de él cuando él regresaba en los noventa de una beca en Bélgica.
Volvía Doctorado en Filosofía y su memoria la había realizado sobre Hayek, el
ideólogo del neoliberalismo.
Para entonces, yo era profesor media jornada en la UCV y
desde allí armamos un seminario que dimos varias veces, en donde uníamos la
visión crítica y descarnada del pensamiento liberal con las negociaciones
internacionales, en el contexto de la globalización. Es decir, hicimos una
dupla desde el plano intelectual que nos permitía desnudar los cimientos de
barro del individualista y despiadado sistema económico heredado de la
dictadura.
Recuerdo cuando fuimos a la Universidad de Magallanes en
Punta Arenas y Jaime, compenetrado en su personaje, hablaba literalmente desde
Hayek, lo que hacía más crudo y materialista su pensamiento. Teníamos en aula
más de 100 personas, muchos uniformados, los cuales comenzaron a revolverse en
los asientos, muy incómodos. Es que, en el estilo de Jaime, el que hablaba era
realmente Hayek: es libre el hombre que tiene bienes y no necesita vender su
fuerza de trabajo.
La gran lucha de Jaime fue que se develara la verdad del
crimen del sacerdote Miguel Woodward, asesinado en torturas a bordo de la
Esmeralda para el golpe de 1973. Discípulo y amigo de Miguel, Jaime y otros
tantos cristianos por el socialismo, bregaron por décadas para que al final la
justicia se pronunciara y se conociera la verdad de este crimen.
En su recuerdo, Jaime y Myriam, su infatigable compañera,
instalaron un comedor solidario, realizando permanentes campañas antisistema.
Pintaron escalas de los cerros y murales. Cuando los comuneros mapuches se
declaran en huelga de hambre en contra de la aplicación de la ley
antiterrorista, llegando a estado crítico, Jaime Contreras fue el único
académico universitario que se sumó al final de la huelga, permaneciendo una
decena de días en huelga de hambre, en la Escuela de Sociología de la
Universidad de Valparaíso.
Yo tuve un infarto al miocardio en Chañaral el 25 de
noviembre. El jueves 2 de diciembre, habiendo salido de la UCI, Jaime y Myriam
me visitaron en la clínica. Jaime estaba preocupadísimo por mi salud, me llenó
de consejos, que bajara el ritmo, que no me preocupara, que él me ofrecía toda
su ayuda en lo que yo pudiere necesitar. Nos reímos un rato. Le dije que me
estaba hablando bajito, casi musitando y me contó que cuando estaba en huelga
de hambre sentía en el corazón las emociones al momento que conversaba con las
personas que lo visitaban. Y luego, se descolgó con un chiste de despedida. Me
dijo que hablaba bajito porque tenía un problema en el pulmón derecho, pero con
el izquierdo NO TENGO NINGUN PROBLEMA, levantando en esta frase el tono a nivel
normal, con el vozarrón de profe que no necesitaba micrófonos. Me quedé riendo,
pensando en que en el período de reposo podríamos conversar más. La vez
anterior que nos habíamos visto había sido en mi casa de Valparaíso, el 1 de
noviembre, cuando celebramos mi cumpleaños 61 con unos pocos amigos, en una
sencilla once con una rica torta que preparó Rosy.
Habíamos bromeado con el agudo humor de Jaime, nos reímos
mucho, compartimos en la misma pieza roja en donde, antes de partir al norte
hacíamos las tertulias literarias de la Comarca de los Poetas. Allí, nos
encontrábamos también en una mesa larga alumnos y profesores del Rubén Castro.
Pues bien, ese día del cumpleaños nos sentamos a la mesa 13 personas y Rosy,
bromeando, me susurra, somos 13, uno se va a morir.
Veinticuatro días después, estando en Chañaral, se me
produjo el infarto agudo al miocardio. Los doctores le decían a Rosy que las
probabilidades no eran más del 50%. Esa fue una historia aparte, que precedió
ese encuentro final que tuve con Jaime en su visita a la clínica, donde me
despedí anunciando tertulias para este período de recuperación que hoy estoy
viviendo.
El lunes 6 de diciembre de 2010, a las 9:00 me dieron el
alta y me llevaron a casa. Llegué cerca de las 10:00 a casa y a poco llegar, un
llamado telefónico anuncia que Jaime había muerto de un infarto fulminante,
mientras hacía clases en la Escuela de Sociología de la Universidad de
Valparaíso.
Lo fui a ver y despedirme en la noche del día 7, le dejé
sobre su féretro un ejemplar del libro que contenía la crónica de homenaje a
Miguel Woodward, donde él era el vocero que había dirigido la ceremonia. Era un
mensaje póstumo, un saludo tácito, porque todo estaba dicho entre nosotros y un
hasta pronto era suficiente.
Ha llegado el nuevo año, el tiempo vuela, en tres días se
cumplirá un mes de su partida. Pienso que pudo ser al revés, tal como pintaban
las cosas. Sin embargo, yo tuve otra chance y por algo será, nadie muere en la
víspera.
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Un acróstico para mi amigo, Jaime Contreras Páez (QEPD)
Jodida muerte que te hizo la zancadilla
Apenas pudiste salir del aula, enmudeciste
Inundóse el cielo en tu silencio, te apagabas ...
Maciza tu voz quedó en la tierra, germinando
En un navegar de viento el cura Woodward te esperaba
Caminarás los acantilados
Orgulloso habrás vencido
No te sometió la codicia
Tu actuar fue consecuente
Registe tu vida por la ética
Encaramado a los atriles del tiempo
Rompiste la compostura de los poderosos
A tu sueño de justicia
Subes ahora sorprendido
Puedes marchar en paz
Amigo, hermano
En el regazo del Padre
Zafra de luz te está aguardando
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13 de diciembre de 2010
Jaime me visitó con Myriam en la clínica el día jueves 2.
Conversamos, reimos, nuestra amistad de toda la vida fluía como vertiente
atemporal, que comenzó en las aulas del Colegio Experimental Rubén Castro, en
1962. El lunes 6 me dieron el alta y, a la misma hora, Jaime Contreras Páez,
Doctor en Filosofía, Profesor de la Escuela de Sociología de la Universidad de
Valparaíso, era fulminado por un infarto. Nos prometimos conversas pendientes,
me dejó un nos vemos, como siempre. Él ofreciéndome toda su ayuda incondicional
y dejándome un chiste de despedida.
Mis condolencias a su gran compañera y a sus hijos, nuera y
nietas.
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