Friday, February 25, 2022

Rieles de ensueño


En el silbato agudo de la locomotora se desgranan uno a uno los minutos; desde la ventanilla percibo el viento fresco azotar mi rostro. La huella brillante de los rieles me inunda de horizontes y paisajes. En los acerados brazos paralelos me adentro en la distancia mientras el mar se aleja con su oleaje y su perfume.

Siento como un tronar de campo verde y fresco me rodea poco a poco. El canto de los rieles acompasa mi mirada y las colinas suaves me reciben silenciosas.

Evoco en un hito de nostalgia la estela azul del mar que atrás quedó, detenido, en su cuna de rocas y arenas tibias.

Las horas pasan veloces y, lentamente, la tarde oscurece los cerros lejanos. El crepúsculo borda los prados silenciosos de rosadas sombras y en el cielo se cierne en un cantar violeta la noche. El melodioso pitazo envuelve las sombras en un grito de soledad, y los carros veloces se adentran en la misteriosa recta del camino.

El cantar de las ruedas de acero me va adormeciendo en un leve susurro. Sobre la ventana oscura se refleja el interior del carro y veo mi imagen detrás de aquel vidrio, sumergida en el manto estrellado de la noche.

En ese éxtasis, un flujo de recuerdos me envuelve en aterciopelada seda y, a medida que viajo en el recinto iluminado, el vaivén me lleva en mágicos carruajes a las regiones delicadas del sueño.

Escrito en 1964, a los 14 años.
Del libro Memorias Poéticas y Licencias para un Reinicio

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