HIGIENE
de este puñado que somos
rebota siempre
en los ajenos ojos,
como esas crónicas redondas
que largamos al piso
Cortemos el hilván de estos abrigos
Cubrámonos de fuerza depurada
Quizás redescubrir traerá frío,
pero útil será
y mucho más sano que los quejidos
Por tus orejas y mis orejas
penetra el canto elíptico del mundo
Lavemos en higiene infantil nuestras orejas
(también las manos y los ojos
están muy sucios)
Apartemos la verja de los dogmas,
las espinitas del soñar o la apatía
Crezcamos desnudos frente al cielo,
las manos entrelazadas y sin miedos
Nos creerán locos
Muy poco prácticos
Mas, con los pies
en la dura simiente de la tierra
busquemos camastro azul para otros días
Habrá que reventar
muchos ajuares
Mucha tinta relamida
habrá que sacudir
de nuestras villas
Para ser capaces
de las quejumbres
saltar la campiña
Con el pie seguro,
el pecho y las orejas
sacudidos de mentiras.
Buenos Aires, Invierno 75.
GENERACIÓN DEL SETENTA
Generación del setenta,
generación renegada
desperdigada con saña
por las tierras más lejanas
Unos pocos que no cuentan,
un pobre atado de esperas
en la rompiente erizada
que quebró la convivencia
Generación del setenta,
la que tuvo al Papa Bueno,
creció en el París de Mayo,
de Praga herida, lamento
Avanzó a pecho abierto
anunciando un tiempo propio,
perfilando al Hombre Nuevo,
reflejo de Medellín
Generación del setenta
y su tierra prometida,
con su bandera ruidosa,
intensa arenga de fe
Cascada sin mente fría,
dogmática en su consigna,
insolente en su porfía,
nunca, nunca de rodillas
Generación del setenta
recibiendo en las costillas,
en debutante doctrina,
inseguridad nacional
En su frente con asombro
escribieron “sedición”,
los marginaron decretos.
el destierro los sembró
Generación del setenta,
hermanos deshermanados,
dispersos y censurados,
ignorarlos se ordenó
Les robaron a traición
sus historias prematuras,
hubo fuego y hubo furia
el Poder los clausuró
Generación del Setenta,
de frustración y quimera,
ayer, grito de los valles,
hoy, una reflexión serena
Generación del setenta,
con su racimo de sueños,
con su impaciencia gritada,
un baluarte, una reserva
Generación del setenta
flaca, mustia y desgreñada,
damnificados de América,
distorsionaron su esencia
Generación del setenta
comprendiendo masacrada
que las murallas son duras
si es el odio el que las alza
Generación del setenta
con cien canas asomadas,
sus heridas aún sangran
porque fueron a mansalva
Joven, ingenua y locuaz,
de madurez remendada,
en sus ojos fraternales
no hay lugar para venganzas
Generación del setenta
con su siglo atravesado,
su post-grado de paciencia,
alternativa sensata
Con su lección resguardada,
esa fe que no se transa,
busca hoy modesto sitio
para la reconstrucción soñada.
Buenos Aires / 1979
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