INDECIBLE
Resulté absurdo condimentador
de platos azules
Despilfarré mi salario de sol
por extraños caminos
Encumbré volantines sin hilos
Fui entomólogo flojo, sin grillos
Resbalé el tobogán de las ranas
y bebí en el fogón el té hervido
Palpé sensación de castillos
al amar frente al mar
en sillones raídos
Asimilé los adiós sin sentirlos
Pero magulló la canción de mis vinos
la indecible traición de un amigo.
PABLO
Cuando arrastrando
mi cansancio y mi sombra
hincho mis pulmones
de tu letra, Pablo,
se me vienen al rostro
tus gritos, la amapola,
tu lámpara aladina,
tu vida intransigente,
los humanistas caldillos,
tus cebollas
Disfrazado de invierno
te empapas en viento
y luego eres greda
o vino de ancestro
Tu enredadera, Pablo,
flamea en América,
sacude en cantatas,
ingresa a las minas,
refresca sus pausas resecas
Eres amante impertinente
del arado, las mazorcas,
la justicia
Romancero del hombre
y sus quimeras…
Cuando reviso
mis rincones, Pablo,
se me viene a los ojos
tu lentitud naranja
y tu voz demorada
En indómita portada
tu Isla Negra nublada
es el zaguán del planeta
para tus metáforas blancas.
CONDISCÍPULOS
Madrugada ex alumna
Fugaz, vendedora de claveles
Medallas amarillas desgranadas
De sueños y manteles ataviada
Llegó su invitación como paloma
resabio de jornadas veneradas
Nos fuimos a su mesa emancipados
de tejidos y discursos ya gastados
Asistimos lentos, solitarios,
Ingenuos persistentes
Elitarios
Inquietos y tozudos
Soñadores
Algunos mesurados como un piano
La pausa coloquial fue sin censuras
Enarbolamos fe en el hombre
Nos embriagó más que el vino,
la aventura
Una oda a la amistad
Una bengala
Oasis de trompos o campanas
Reencontrar otra vez las carcajadas
Madrugada ex alumna,
Amiga es su vertiente liberada
Ideas que brotaban ateridas
Pretencioso soñar
Confianza en ser aún alternativa
Brindis final
Ronda ligera
Mesa ex alumna
Pasajera
Luego,
cada cual a lo suyo
Sus quimeras
Las mujeres, los hijos
Y esta espera
Madrugada ex alumna
Azul anfitriona
De vinos zarandeados
Con su collar de prosas
Con su proyecto endeble
lastimada de sol y abrazos
se ha esfumado.
Valparaíso, Diciembre 1981
CEMENTERIOS
Nunca me gustó
ir a los cementerios
Cuando lo hacía
la vida rebasaba mis ojos
Se prendía a la piel pálida
de las mujeres de negro
en encabritado deseo
que hasta juzgué sacrílego
Me horrorizaba
el campo de lápidas
y la flor agonizando
Siempre quise salir ligero
Prenderme al viento
y soñar frenético
con dos viudas dolidas
Sí,
nunca me gustó ir a los cementerios
Pero eran escala obligada
de las quintas de recreo
Cuando suene la sirena de mi turno
-voy a quejarme por anticipado-
mo se les ocurra archivarme
en un frío ambiente de soltero
No me torturen
con el agua mustia
que dejará vuestro olvido
Ahórrense la visita formal
los primeros de noviembre
Déjenme zarpar sereno
hasta el litoral del limbo
Déjenme recalar sin prisa
allí donde me envíe
el gran portero
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