Saturday, August 20, 2005

Violeta y Gabriela - Romance chilote - El expediente olvidado - Era apenas un helecho - POEMAS DEL LIBRO MIEDO AL MIEDO 8

VIOLETA Y GABRIELA

Sus manos azucenas se extienden indelebles,

Cobijo de música y poema

para el sacudido Chile cabizbajo

Desde el valle de Elqui pretencioso

hasta los largos caserones de Santiago

Desde el escaño del desierto

hasta el copihue

Violeta y Gabriela están presentes

Barriendo litorales de celofán extraño

Sacudiendo el pedregal y el surco

de monetarias termitas orientales

Es vid su canto poderoso

Peineta araucana para pelo negro

Manta cruda de lanas calbucanas

Abrigo de metáfora

para los pies de las escuelas,

cuando el temporal sacude sus nidales

Violeta y Gabriela, gigantescas,

sin avisos de neón, ni camarógrafos,

vertientes de humanismo necesario

Su fuerza es racimo subterráneo

Volcán de vivencias ancestrales

Tomada de coligües indomables

Mientras les resigna su saludo

el funcionario,

la joven cabellera de las calles

va enhebrando en vida sus tonadas.

ROMANCE CHILOTE

Cuando los remos entendieron el frío

se hundió su madera redonda

en los acerados nudillos

de un chilote

Las islas se enlazaron

de botes furtivos

Engalanadas de procesión y chichas

subieron como átomos altivos

al canto inaugural de borracheras

La sidra generosa tupida de sueños

blasfemó la lejanía de los hombres

alargados de pampa y hielo

en la trasquila

Crepitaban las piedras rojas

sus milcaos

Las almejas eran castañuelas errantes

transitando su fuerza pendenciera

Dos acordeones morenos

comenzaron a saltitos

a despertar los raulíes

y cincuenta mujeres solas

aplaudieron el corrido

Para bailarlo y descubrirlo

voló mi poncho hasta las zarzas

Desafiando miradas clericales

abracé la tímida cintura

de mi viuda

hasta encallar mi bote

en su tersura

Luego, por largos años,

ella remó para mí

los crepúsculos

y yo buceé las entrañas

de Calbuco

en un diálogo muy simple

que en diez hijos se plasmó

La silenciosa raíz de los ostrarios

alimentó diez fuertes emigrantes

La música resuena en sus talones

como pálida postal de sus romances

Vuelven siempre en los otoños

en pascua de resurreccón

En corridos y mistelas

a buscar resignación

Noviarán por los inviernos

y de nuevo partirán

A la esquila y a la pampa

Otros hijos dejarán

En alforjas de garúa

llevarán tozos de mar

Con sus botas y sus lanas

otra viuda llorará

Es el ciclo de mis islas

Saturado de llover

Es la historia de mi abuelo

De mi padre y de estos diez

Sin querer que se repita

Pero qué se puede hacer

Chiloé con sus varones

desplazados por Neuquen

Chiloé para los pijes

un rincón sin conocer

Chiloé p’a los chilotes

yerba amarga que sorber.

EL EXPEDIENTE OLVIDADO

Hice antesala por un siglo…

Traía en mi carpeta concienzuda

la piedra filosofal del desatino

Cabían en mi epístola atrevida

la paciencia,

quince códigos,

mi soñar y un compromiso

La institución secaba mis nudillos

Sus estampillas me creyeron pergamino

Un burócrata de azul puso diez timbres

-de negras manguillas intuí la muerte-

Continué entre espectros sigilosos

aspirando a exhibir mi pedimento,

pero un morado número en la frente

me remitió a la suerte de expediente

Me colgaron en plomo subterráneo,

broté en idearios encrespados

Maduré doblado y amarillo,

mas nadie leyó mis argumentos

Conocí la alacena de las ratas,

tirité mordida mi gran carta

Me encogí reseco como paja

mientras se hacía añicos la esperanza

ERA APENAS UN HELECHO…

Aprendí el lenguaje del helecho,

tartamudo verde de palabras largas,

con su penumbra tibia,

acogedor portero de mi casa

Se arrimaba al sol sin prepotencias

Me saludaba a diario, confidente,

comprendía mis treguas simplemente

Aprendí el lenguaje del helecho,

disfruté su tersura de serrucho,

en sus raíces compactas

descubrí su corazón frutoso

Aprendí el lenguaje del helecho

y sé que él supo del mío,

de mis desorientadas mañanas,

de los cobradores y sus palabras raras

Por eso lloré cuando el actuario

desparramó su cuna colgante

en el lote humillante del embargo

Lo ví aletear en treinta y cinco espacios

Lo ví despedirse del portal, sin acusarme,

comprendiendo mi desnudez escriturada

Helecho marginado del sol hasta el remate,

llegando triste, amarillo y amputado,

para que alguien, por dos centavos,

procediera a borrarlo de inventarios

Nunca más he podido

conversar con los helechos

Desde que falleció mi amigo,

por solemne hipoteca ejecutado.

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