TERAPIA
Cámbiele la acentuación a sus días
Desparrame por los regazos
la palabra que le anda extirpando
el formulismo
Que los nidales fueron mil veces
arrastrados por el mar
pero salió la gaviota
La tortuga se tragó los siglos
y los otoños descorrieron las cortinas
El freno metálico no llegó jamás
a lacerar las crines;
éstas se zambullen al viento,
crecen libres, despeinadas…
No olvide nunca escarbar en sus bolsillos
los valses y manzanas de aquel día
en que remecía sus tedios la sonrisa
Rescate de su cofre las viejas cartas rosas,
la madre de la culebra desecada,
el silabario subrayado en rojo,
la apolillada red, las mariposas
Tan extendido como archipiélago,
trotamundos como las cigarras
que cantaron lo mismo en su patio,
los bosques de Palermo
o algún cementerio
Majadero como trompo entre monedas
Apretado en el trasfondo de su timidez precoz
Tiritando escarchas matinales de liceo…
¡Pase y destemple los flecos
de su insomnio!
Que esta terapia es por pilas,
en lotes como verduras,
olorosos callejones para responder
a los requiebros propios…
Pase a pie pelado por el recuerdo
para palpar la espina, dolerla,
arrancarla después entera…
¡Es la farándula heroica
de otros que por lo mismo
vinieron
y seguirán haciéndolo!
HERMANA
Hermana: presente…
¿Dónde han ido tus ojos, hermana?
¿Quién arrulla a tu hija pequeñita?
¿En qué rincón ha quedado tu plegaria?
¿Supiste del buen viejo, su partida?
Quizás él ya te haya visitado…
Acá todo bien, cuestión gastada
Cada familia asumiendo sus hieles cotidianas
La ausencia alargada va oxidando el alma
Se lleva el exilio…
Se lleva y se calla
Son muchos, hermana,
los que, como tú, no escriben
los que, como tú, se apagan,
Hermana de patios, guitarra, fogatas,
la vieja subsiste a fuerza y a maña
Su llanto te alcanza como estela sabia
La fuerza celeste te busca sin pausa
Inventa una nieta, teje unas palabras
Parte de los nidos, la buena quebrada,
el puerto vacío, tu aula apagada
Llega hasta tus manos, va por donde vayas
Cubre tus temblores si el miedo avasalla
Hermana, eres isla, vida camuflada
En tu territorio de hija lejana
ha ensayado alguien anular el alba
Dios quiera, hermanita,
que en tus desayunos sepas dar las gracias
Que te fortifiquen amistades sanas
Que hasta esa errante cuna llegue la esperanza
Que creas, al menos, que hay quienes te aman
Tu hija copihue, pureza lozana, te ha de dar la fuerza en cada mañana
Dios quiera, hermanita,
que tus ojos almendra rechacen la espada,
resplandezcan claros como dos manparas
Que un suave teorema consuele distancias
Que un gato amarillo te traiga a la infancia
Te cuento ahora, hermana
Creció el eucaliptus, se secó la parra
La casa está verde, pero sin palabras
En el limonero la flor fue temprana
La guitarra muda palpita tus sambas
Mi hijo pequeño sacó tu mirada
¡Hermana, figúrate!
Esta carta larga…
no sé donde enviarla.
A VALPARAÍSO, PRIMERO VOLVIÓ EL RECUERDO
Hoy tienen encanto retardado
la blanca biblioteca del colegio,
nuestros pasos forzados,
en puntillas,
esa solterona con cara
de silencio
En la libre costanera
celestina,
grandes trompos de espuma
desafiábamos,
los furtivos pitillos, las cimarras,
los tesoros de anónimas fragatas
Con sus chapas llorosas
descolgadas,
un almud de misterio
en sus tatuajes,
con su sueño minero
en almendrales,
el ascensor Polanco
se empinaba
Traía el torreón
sobre su arcada
el crepúsculo sembrado
de romance,
el puente elegido
por suicidas,todo el siglo prendido
en sus ajuares
Mi recuerdo hoy pisa entusiasta
Se adelanta olfativo,
con ansias
Va explorando en braseros
de abuela
coloniales vigas fantasmas
Calles altas,
adoquinada palma,
mi recuerdo hoy busca
su calma
tras las mamparas del cité,
protegidos,
hubo pacos durmiendo
su guardia
Sube, sube,
recuerdo sin trabas
Atesora y rescata del alba
los pitazos llamando
a las fábricas
¡Falta tanto en cada manzana!
No hay retén
ni caballos que pastan
Las bateas no entonan
sus tangos
El pregón ya no cruza
la plaza
¡Ay mi patria
se mustia tu casa¡
Las esquinas se preñan
de rabia
La novena no lleva campanas
Tus hijos escapan o cambian
Valparaíso,
el recuerdo hoy en ti se desangra
Basterrica es una calle
sin alma
Las postales no alcanzan,
no alcanzan…
Buenos Aires, 1980.
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